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La Divina Misericordia

ESPIRITUALIDAD






La confianza. Define nuestra actitud ante Dios. Abarca no sólo la virtud de la esperanza, sino también la virtud de la fe viva, la humildad la perseverancia y el arrepentimiento por las culpas. Es simplemente, la actitud del niño que en cada momento confía ilimitadamente en el amor misericordioso y la omnipotencia del Padre celestial. La confianza es la esencia de la devoción a la Divina Misericordia, hasta tal punto que sin ella, dicha devoción no existe. Ello se debe a que el acto de confianza es la primera y fundamental expresión de la adoración a la Divina Misericordia. La actitud de confianza ya de por sí (sin practicar otras formas de culto) garantiza las gracias de la Divina Misericordia a la persona que confía.

«Deseo conceder –prometió el Señor Jesús a Santa Faustina– gracias inimaginables a las personas que confían en mi misericordia (Diario 687). Que se acerquen a ese mar de misericordia con gran confianza. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en mi misericordia, en la hora de la muerte colmaré al alma con mi paz divina» (Diario 1520 y Diario 1541)

La misericordia. Define nuestra actitud ante cada persona. El Señor Jesús dijo a Santa Faustina: «exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia mí. Debes mostrar misericordia siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formas de ejercer misericordia: la primera es la acción, la segunda es la palabra, la tercera es la oración. En estas tres formas se encierra la plenitud de la misericordia y es un testimonio indefectible del amor hacia mí. De este modo el alma alaba y adora mi misericordia. La actitud del amor activo es otra condición para recibir gracias» (Diario 1317). El Señor Jesús desea que sus discípulos sean misericordiosos como Él es misericordioso con todos y que hagan por lo menos una obra de misericordia al día. «Debes saber, hija mía – dijo Jesús a Santa Faustina – que mi corazón es la misericordia misma. De este mar de misericordia las gracias se derraman sobre todo el mundo (…), deseo que tu corazón sea la sede de mi misericordia. Deseo que esta misericordia se derrame sobre todo el mundo a través de tu corazón. Cualquiera que se acerque a ti, no puede marcharse sin confiar en esta misericordia mía que tanto deseo para todas las personas» (Diario 1777)